El silbato de Alfredo Peñaloza sonó faltando pocos minutos para las 9 de la noche y así ponía fin a una noche de pesadilla para el club que un año antes dominaba el panorama nacional, futbolísticamente hablando, y que incluso competía en su primera aventura en fase de grupos de Libertadores. Ese 5-1 que el León, otro flamante bicampeón mexicano, recibió en la sultana del norte a manos de Monterrey, marcó un antes y un después para la escuadra que seguía aglutinando a algunos de los mejores elementos del medio balompédico de la liga, pero que ahora sufría y simplemente no caminaba.
“Lo único que puedo decir es que quiero estar en este lugar, quiero revertir esta situación y voy a tomar las medidas que deba de tomar para volver a, para que este equipo sea lo que yo pretendo; repito, soy el máximo responsable de la vergüenza, del papelón que hicimos" Admitía un genuinamente molesto Juan Antonio Pizzi, técnico argentino con experiencia en ligas del más alto nivel y ex-jugador del Barça en los días de Guardiola y Luis Enrique. afamados estrategas que hoy son cabezas de los proyectos del Bayern Munich y del fútbol Club Barcelona respectivamente. Títulos que respaldasen la capacidad de Pizzi no faltan y su paso por Argentina y Chile así lo prueban, además de un buen desempeño con el Valencia, de la liga de las estrellas. El problema radicaba en que llegaba a un club que vivía el ocaso de una muy reciente época de triunfos, que en un par de años tuvo un ascenso meteórico desde la ignominia de la liga de ascenso, hasta el reconocimiento internacional que su juego ofensivo y su participación en la máxima competencia americana de clubes le granjeó.
Para nadie fue fácil poner fin a ese ciclo que inició con el nombramiento del uruguayo Gustavo Matosas como nuevo entrenador durante el curso del torneo Apertura 2011, aunque no tomó las riendas del equipo sino hasta enero del 2012, pero la directiva que encabeza Martínez Murguía sabía que una escuadra que aspira a seguir en la senda del triunfo debe ser guiada por alguien que ya haya probado las mieles de la victoria.
Tomó seis meses de trabajo y el costo fue un torneo de pesadilla, pero ayer y precisamente frente al equipo al cual prestó sus servicios de matador en su paso como futbolista por México, el "Macanudo" Pizzi confirmó que ha pagado el derecho de piso y que ahora no se irá sin cosechar los premios que ha sembrado desde todo el año al mando del León, de SU León.
En cuanto a trofeos y estilo de juego, la vara sigue siendo alta para el León versión Apertura 2015, pues con Matosas se logró la etiqueta de auténtico equipo devorador, de una insaciable sed de goles y vocación ofensiva que puso a temblar a la liga y sumó dos estrellas más al rico palmarés del club. Con Pizzi el estilo apuesta mucho más al equilibrio y la mesura, las posesiones largas en vez de la explosión y el vértigo, pero lo más importante para él es que, en un deporte que basa la efectividad y nivel de éxito de sus participantes en un balance victorias contra derrotas, los números respaldan su trabajo y apuntan a un futuro que luce prometedor. Como todo en esta vida, habrá que dejar que el tiempo sea el mejor juez del León de Pizzi.